SEBASTIAN ROSSO - ARCHIVO LA GACETA
En la manzana ubicada entre calles Lavalle, Bolívar, Chacabuco y Ayacucho, a las cuatro de la tarde del 24 de setiembre de 1910, el intendente Eduardo Paz inauguró oficialmente la Plaza San Martín. En ese mismo acto se descubrió una estatua ecuestre del prócer. El ejemplar era una copia del que hiciera el escultor francés Louis Joseph Daumas para la ciudad de Buenos Aires hacía unos cincuenta años.
Daumas hizo el trabajo subiendo al general a un poderoso caballo encabritado, mientras señala con su diestra un lugar simbólico que podemos figurar más como un destino que como un espacio físico. Fue el segundo monumento de carácter conmemorativo de la ciudad de Buenos Aires. Para cuando se inauguraba la versión tucumana, la figura ecuestre se había multiplicado a lo largo y ancho de la Argentina.
El lugar
Durante las guerras de independencia, en la zona sur de la ciudad, casi en los límites del Campo de las Carreras, el general Belgrano levantó un obelisco en homenaje al triunfo del Ejército de los Andes en Chacabuco. A unos 300 metros al este del obelisco, se hallaba un descampado donde se detenían las carretas que llegaban a la ciudad desde el sur.
Dice Florencio Sal que, hacia 1840, ese terreno “era la conocida “Laguna”, donde la gente pescaba, se bañaba y hasta se ahogaba en sus hondos remansos. Los alrededores servían de punto de arribada y partida de los convoyes de nuestras legendarias carretas, cuyo tráfico formaba ahí una especie de Mercado”. Según el historiador Ventura Murga, “la calle Chacabuco era la vía por la que “se llegaba a Los Vázquez, pasando por la laguna”.
Fue en 1859 cuando el gobernador Marcos Paz resolvió declarar plaza a estos terrenos, que pertenecían a Wenceslao Posse, y darle el nombre de “San Martín”.
Para el año 1909, con las calles mencionadas ya abiertas formando cuadrantes, la Municipalidad resolvió adquirir los predios. La idea era construir una plaza como parte del proceso de desarrollo urbano y también como parte de los festejos del Centenario.
Desde Chile
San Martín había sido héroe nacional en tres países. En Argentina se lo titula “padre de la Patria” y “Libertador”. En Chile se le da el grado de “Capitán General”. En Perú se lo reconoce como el “Fundador de la República”, y también como el “Libertador” del país.
Durante la década de 1850, luego de la muerte de San Martín en Francia, Chile había encargado al escultor Daumas un monumento ecuestre para su capital, Santiago. Enterado de esto, el gobierno argentino pidió el escultor que realizara una versión para Buenos Aires. El bronce chileno estuvo listo en 1860, pero no fue colocado hasta 1863. En el, la cola del caballo se hace larga y cae casi vertical hasta apoyarse en la base. Funciona, de este modo, como otro pie de apoyo, para asegurar la estabilidad del monumento durante los sismos que azotan al país. Esta versión trasandina lleva el brazo derecho extendido sosteniendo una bandera del Ejército de los Andes. Al encargo argentino, Daumas lo resolvió con mínimas modificaciones de su planteo original. Parece inexplicable, pero la adaptación porteña que llegó a puerto dos años después que la chilena, se inauguró antes, a fines de 1862.
Las copias
En 1902, se hace la primera copia para la ciudad de Santa Fe y, para el Centenario, la imagen de Daumas se convirtió en un leit motiv para celebrar los orígenes encarnados en el héroe sudamericano. En la actualidad, hay unas sesenta de esas estatuas en el país. También se desperdigaron por el extranjero: Madrid, Cádiz, New York, México, Bruselas, entre ellas. Posiblemente sea el San Martín más visto en el mundo…¡si la gente levantara la vista para ver las estatuas!
La escultura llegaba despiezada en varias partes, que había que montar y soldar. En la nuestra se pueden ver, en el vientre y las patas del caballo, las respectivas costuras que terminan por simular las venas hinchadas por el esfuerzo. Lejos del elogio y la condescendencia, el 26 de setiembre de 1910, el diario “El Orden” publicaba: “es el San Martín de todos los pueblos y ciudades: a caballo y el dedo hacia el horizonte. Así lo ha concebido el primer monumento y por eso estamos condenados a la visión perpetua de ese San Martín ecuestre que se repite desde la plaza de Buenos Aires hasta Boulogne-Sur-Mer. Resulta una reedición eterna, una reedición aburrida del mismo gesto”.
En 1977 se levantaron 21 mástiles, con las banderas de las naciones americanas, a las espaldas del bronce. Cuando desaparecieron, con la actual e inacabada remodelación, los vecinos reaccionaron con disgusto pues las apreciaban por “muy vistosas”. Parece el más conservador de los planteos de remodelación, encarados por el municipio, en su proyecto de recuperación de espacios públicos. El planteo general quedó parecido al aspecto que tenía la plaza en sus primeros años, según podemos ver en la foto que publicamos. El espacio central abierto resalta, en un círculo de árboles y palmeras, el pedestal original, que había sido construido, allá lejos por la empresa Pasqualini, Marchini y Cia, y deja mucho más solo al padre de la Patria, hecho de metal, repetido y criticado.